jueves, 20 de marzo de 2014

Mascarada: una tradición que se niega a morir

Los payasos y las mascaradas son una antigua costumbre muy arraigada dentro del pueblo costarricense. Es común ver durante las actividades de las Fiestas Patronales (en honor al Santo Patrono de cada pueblo), ver corriendo a una gran cantidad de chiquillos por las calles detrás de un payaso. Generalmente los payasos bailan alegremente con la música de la banda.

La Giganta, el Diablo, la Muerte, el Policía, la Calavera, son algunos de los principales payasos.

Esta tradición se fundó con otra venida de los indígenas, que nuestros borucas mantienen viva y muy viva, así como su baile de los diablitos, que, según dicen, es el único baile americano en que los indios, los diablitos, vencen al toro, que representa al colonizados español.

En esta vieja metrópoli, justamente donde hoy se encuentra la Basílica e los Ángeles, se formó ya desde la colonia un lugar único de reunión de culturas. Aquí convivían 3 pueblos distintos: los blancos, los indígenas y los negros africanos.

Rafael Ángel (Lito) Valerín es un nombre legendario, el nació en el Pueblo, hoy barrio Los Ángeles, en 1824. Era marimbero, sombrero, fontanero, relojero, hombre de mil habilidades. El fue, según la tradición, quien recogió la herencia de las mascaradas.

A comienzos del siglo XX, su herencia fue retomada por su hijo, Jesús Valerín.

Jesús Valerín murió en 1952, y su muerte coincidió con una tendencia en Parroquia por prohibir las mascaradas. En 1960, ellas desaparecieron.

Durante mucho tiempo, en esta tradición reinó el silencio.

En 1971, y por 7 años, la tradición de las mascaradas volvió a surgir en Cartago, para luego de nuevo interrumpirse. No fue sino hasta 1999, hace 6 años, que la tradición volvió a surgir con al apoyo del Colegio Universitario.

Pero años antes, otra figura se había destacado en este arte callejero en Cartago. Era Pedro Freer, un profesor de secundaria que se dedicaba a reparar muñecas.

Pedro Freer se trasladó, posiblemente a comienzos de los años 20, a San José, y puso su casa en los alrededores del Paseo de los Estudiantes.

Ya en 1910 había mascaradas en Barva de Heredia.

Uno de los personajes que se habían perdido y que hoy se están recuperando era el "enano".

Pero fue Pedro Freer el que le dio vida a las máscaras en esta otra parte del Valle Central.

Los personajes tradicionales son: los diablos, los gigantes, figuras nacidas de las mas rancia tradición y recuperadas por este artesano.

Don Pedro siguió la vieja técnica, que hoy se enseña en las aulas universitarias.

Primero, se hace el diseño en barro. Es aquí donde vuela la imaginación. Luego la recubre con capas diversas de papel periódico y papel blanco o papel de bolsa de cemento y se deja secar al sol varias horas.

Al final el papel se desprende. En este caso la máscara está a medio terminar. Falta una última capa de papel y mucha pintura.

La fiesta de la mascarada se celebró el 30 de octubre del año pasado en el pueblo de Paraíso, donde nación en plena época colonial.

Aquí se encuentran los personajes de siempre: la muerte, el diablo, el que camina con los pies, procedente posiblemente de Francia.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

About Me