Además del agua bendita, la basílica y
la fiesta del 2 de agosto, la Virgen de los Ángeles es la responsable de
que existan en Costa Rica los mantudos, como se les llamaba
inicialmente a estos representantes del folclor.
Según los historiadores Rodrigo Muñoz y
Franco Fernández, por allá de 1824 al cartaginés Rafael “Lito” Valerín
se le ocurrió crear las mascaradas para celebrar las fiestas de “La
Negrita”.
Sin embargo, señala Fernández, antes de los payasos existían los parlampanes.
Estas figuras “eran vecinos de condición
humilde que vestían ridículos disfraces (especialmente máscaras
representativas de animales), quienes bailaban y correteaban entre el
público antes de dar inicio a la corrida, una fiesta taurina de la época
colonial, en Cartago”.
En 1918, Jesús Valerín (hijo de don
“Lito”) siguió la tradición de las mascaradas y se dedicó
profesionalmente a confeccionarlas.
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